El entrenador del Fabril sostiene que «la capacidad de superar adversidades es cada vez menor entre la gente joven»
Aunque la clasificación está ya definida tras una temporada que Juan Carlos Valerón califica de «irregular», el Fabril sigue en competición y su entrenador encuentra en momentos como este la situación ideal para que los jugadores con los que trabaja pongan a prueba su vocación.
—Cuando llegó no le dio importancia al hecho de tener la plantilla ya definida antes de su contratación. Ahora se puede hacer balance, ¿cuánto ha pesado ese factor a la hora de tratar de imponer su modelo?
—El haber llegado y tener la plantilla prácticamente cerrada se debió a los tiempos y en ese sentido no he tenido ningún problema. El problema ha tenido más que ver con llegar a un sitio que no conoces, aunque haya estado en este club, y a una competición con unas características diferentes a las de la Tercera canaria. A eso es a lo que me he ido adaptando a lo largo del año.
—Pero pretende desarrollar una propuesta y, obviamente, el perfil de sus jugadores condiciona. Si no cuenta, por ejemplo, con centrales o porteros que destaquen por su juego con balón, le costará más iniciar el juego desde atrás. ¿No considera que tener peso en la confección de plantilla le facilitará los procesos el año que viene?
—Es que eso no solo será por mí. Hay que partir de que en el club, al menos a partir de enero, cuando empezó todo esto, la intención es ir por el camino de encontrar una idea de juego común para el fútbol base, con unos jugadores de características que se adapten a esa idea. Lo que sucede es que eso necesita un tiempo, pero la intención del club, no ya solo la mía, va en esa línea. Eso no es fácil de conseguir ya mismo. En cuanto al verano pasado, había muchos jugadores que tenían contrato, y ahora mismo el club quiere tener paciencia, no hacer demasiados cambios sino aprovechar lo que tenemos en casa. De ahí que este año haya valido para conocer mejor a los futbolistas y a partir de ahí tener una idea de juego y unos jugadores que se adapten a esa idea y puedan tener futuro en el primer equipo
—Sin embargo, si mantiene un grupo con ciertas carencias a nivel técnico para aplicar ese tipo de juego, le va a resultar más complicado como entrenador. Exigirá un sacrificio a nivel de resultados.
—Sí claro. Y yo con eso no tengo problema. Otra cosa es que el entorno y quienes lo ven desde fuera puedan sacar sus conclusiones y hacer sus críticas, que yo acepto. Lo que he intentado este año es sacar lo mejor del grupo, tratar de que ellos crezcan y buscar la manera de que los jugadores puedan tener un futuro en el primer equipo. Pero dentro de eso, yo también opino que no tenemos que ser estrictos a la hora de que el fútbol deba ser de una manera. Dentro de una idea de juego quizá valgan jugadores de otras características que sean capaces de adaptarse. Es importante ser abiertos de mente, lo fundamental es que el jugador resuelva bien las situaciones de juego. Si lo hace se va a adaptar a cualquier idea que le propongas. Pero eso también requiere trabajo y la evolución de los jugadores jóvenes no es lineal, es con el paso del tiempo cuando puedes detectar qué jugador puede ir creciendo.
—Eso está bien a nivel de entrenador, e incluso para transmitir a ese entorno, pero aquí se anuncia una revolución en cuanto al trabajo en la base y es importante saber si esa es una idea compartida desde el club.
—Y tras un año aquí, ¿cree que ese jugador se da en el radio de acción inmediato del Deportivo o habrá que buscarlo más lejos?
—Pero ahí habrá que convencer también al jugador. Venderle un proyecto que va a implicar su evolución a largo plazo, en el que quizá ese primer equipo no sea una opción cercana
—Sin embargo, hay puestos en los que parece complicado contar con ese margen. Y podemos mirar a la portería. No es probable que se mantengan dos porteros mayores de 23 en el primer equipo. ¿Alguno de los que ahora están en el Fabril reúne las condiciones para dar ya el paso como suplente de garantías?
—Cuando habla de priorizar formación por encima de objetivo competitivo, ¿no hay riesgo de complacencia? Al final el jugador tendrá que competir y siempre se emplea la referencia de esos equipos que dominan sus torneos con goleadas constantes y de lo contraproducente que puede ser. Lo mismo podría ocurrir si el objetivo clasificatorio es secundario.
—Es que no concibo que en este juego los objetivos clasificatorios me condicionen a la hora de dar el máximo. Ya no lo concebía como jugador. Los chicos tienen que esforzarse y jugar de la mejor manera posible, y luego llegaremos a donde lleguemos. Pero no concibo que si no hay un objetivo de competición yo no me esfuerce y trate de crecer como jugador, porque el objetivo de los chicos no debe ser quedar campeón, sino llegar al primer equipo. Y para eso voy a tener que dar lo mejor de mí en cada entrenamiento, no solo los fines de semana. Eso hay que inculcarles. Después, llegaremos a donde podamos, explotando nuestro potencial. En el fútbol base hay un problema porque nos estamos yendo de esa línea. Siempre trato de escuchar a los maestros de esto, y una vez escuché a Bielsa diciendo que cometemos el error de transmitir al jugador que cuando pierde, no sirve. Pues no es así. No es así. Perder vale. El rival puede ser mejor que tú, pero quizá el trabajo del que queda segundo o tercero ha sido mejor que el del que acaba primero, porque dependerá de las capacidades, del potencial. El objetivo es que sean profesionales y si un chico baja los brazos porque no puede quedar entre los primeros, ya me está diciendo que esta no es su vocación.
—Estamos entonces ante ese problema tan manido de la cultura del esfuerzo. ¿De verdad ha percibido un salto tan claro respecto a su época como jugador?
—¡Hombre! Hay un cambio generacional en todas las áreas. Es que eso lo percibe todo el mundo. Y el fútbol no está exento. La capacidad de esfuerzo, la capacidad de superar adversidades, cada vez es menor entre la gente joven. Cada vez es más frecuente que ante una exigencia, ante una dificultad que aparece en mi desarrollo, busque la situación más cómoda, que no me exija.
—En ese caso, será parte de su labor formativa profundizar en la preparación mental de una manera distinta
—Es importante todo; la parte mental y de aptitud, también. Lo que pasa es que este juego se ha convertido en una profesión para esos chicos, y si realmente te gusta esto, si quieres ser profesional del fútbol, tienes que estar preparado, como lo tuvimos que estar todos, para afrontar con esfuerzo situaciones adversas. Si no, demuestro que no tengo vocación. Detalles como esos te ayudan a saber si un jugador puede tener condiciones. No fijarse solo en el aspecto técnico o táctico, sino en esa capacidad de esfuerzo, en cómo afronta, por ejemplo, las situaciones en las que no juega. Yo no quiero que al Deportivo lleguen quienes mejor juegan al fútbol, sino los mejores futbolistas. Que cuando lleguen y den el salto, digan: «esta es mi profesión».
«Cada vez se ven menos cosas bonitas en un partido»
Hace un par de días, durante aquella surrealista presentación de la Superliga, Florentino Pérez afirmaba que a los chavales cada vez les atrae menos el fútbol.
—En la desidia que ha detectado entre los jugadores jóvenes, ¿pesa más ese posible desencanto con este deporte, o el problema global al que alude en cuanto a sociedad?
—Pesa más lo que afecta a nivel sociedad, claro. Pero no podemos negar que la situación actual que atravesamos nos ha perjudicado mucho en ese aspecto. Los estadios vacíos producen desencanto, incluso cuando estás viendo el partido en casa, por la tele. Parece un entrenamiento. No poder vivir el fútbol de cerca afecta.
—Pero la pandemia afecta desde hace año y medio y el problema que señala no es de ahora.
—Bueno, es que si quieres que te dé mi opinión, el fútbol ha evolucionado de tal manera que a quienes nos gusta esto de verdad cada vez vemos menos cosas bonitas en un partido. Está todo cada vez más organizado, se ha vuelto todo muy físico, y los clubes son cada vez más empresa en la que el resultado es el objetivo único. En esa tendencia vamos.
—Y hablamos de romper eso en un club que quizá es más empresa que nunca. ¿Se va a poder sostener algo de ese romanticismo en este Deportivo?
—Imagino que si el club está apostando por gente como yo, como Fran, como el míster del primer equipo con su idea de fútbol… Será un poco por eso. Porque quiere algo más que ser un equipo que compita, se pretende que haya una identidad que a la gente le resulte atractiva.
—Mencionaba el impacto del físico en el fútbol actual y sin embargo el del desarrollo físico es un problema que han acusado varias generaciones en este club.
—Es que lo del físico tiene que ir entre comillas. Una cosa es que tu cuerpo esté preparado para hacer un esfuerzo sostenido durante más tiempo y otra un tema puramente físico. El fútbol nunca ha dejado de ser físico, ni antes ni ahora, porque el jugador necesita ese físico para jugar. Me refiero a una organización a nivel de sistema y modelo de juego que convierte en fundamental el músculo para el choque, que haya menos jugadores talentosos, creativos. Lo que aquí pretenderemos es dar la mejor formación a todos los niveles y que un futbolista esté fuerte no implica una sobremusculación, sino que esté preparado para sostener esos esfuerzos. Porque el futbolista talentoso que tiene bien preparado su cuerpo podrá realizar más acciones durante más tiempo; podrá por ejemplo, encarar más veces, buscar el uno contra uno. No podemos tener jugadores con una debilidad que no les permita ejecutar acciones o que les obligue a realizarlas a menor intensidad de la precisa. No puede haber una superioridad del rival a la hora de hacer esfuerzos.
—¿Cómo imagina que va a condicionar su trabajo el nuevo reglamento en la categoría en la que estará el Dépor, con tanta demanda de fichas sub-23?
—Me adapto a la planificación del club. A lo que quiera hacer. Y hay una idea de buscar el equilibrio. Contar con jugadores jóvenes y arroparlos con algún futbolista que les ayude a crecer. A partir de ahí, saber qué jugadores son válidos entre lo que tenemos aquí y en qué posiciones no tenemos nadie que nos resulte válido, porque entonces será interesante traer a alguien de fuera en esa edad para ir formándolo como tú quieres. Ahí está el verdadero trabajo, en tomar esas decisiones no con un objetivo de resultados sino de buscar jugadores para el primer equipo.
—En esa ecuación vuelve a tener un peso el propio jugador y su entorno: familias, agentes… ¿Qué se ha encontrado en ese ámbito?
—Llevo poco, pero conozco cómo está todo esto y hay que convivir con este tipo de situaciones. A ver, creo que no tengo que decir nada, todo el mundo sabe lo que está pasando. Pero todos sabemos que esto ha evolucionado de esa manera y hay que convivir con ello. Yo no puedo hacer nada, más allá de convivir con ello y tratar de ayudar a los chicos a que tomen las mejores decisiones. Soy una pieza de este encadenado, pero desde mi punto de vista, como club habrá que intentar crear una identidad para que los chicos siempre tengan el deseo de seguir aquí. Y si lo hacemos bien se puede conseguir, porque sé de lo que hablo: yo lo he vivido.
Xurxo Fernández – La Voz de Galicia